La restauración del Molí Blanc ha sido lenta, cuidada, artesanal y respetuosa con la estructura primigenia, conservando elementos del molino original como vigas, paredes de piedra, escaleras, las “voltes” catalanas… Se han utilizado materiales que se integran en el entorno. Las picas del subterráneo se han reubicado por el jardín haciendo las funciones de jardineras. El tejado, que estaba empezando a derrumbarse, ha sido construido de nuevo y de la misma manera, con los mismos materiales que el original. La cornisa del tejado ha sido, igualmente, hecho de nuevo con las baldosas pintadas a mano y siguiendo el mismo procedimiento que se utilizaba en el 1750. Las 46 ventanas del mirador se han conservado todas y son el símbolo del Hotel.